Armar una rutina

Intenten leer juntos todos los días. Antes de irse a dormir es un excelente momento para leer, pero elijan el momento del día que sea más conveniente para su familia.

Logren que el libro sea más interesante probando diferentes voces para diferentes personajes.

Los libros son una excelente manera de aprender nuevas palabras; hagan una pausa para hablar sobre las palabras que su hijo no conoce. “Eso es un ‘escarabajo’. Es un tipo de insecto”.

“¿Qué crees que pasará luego?” o “¿Por qué la niña está feliz?”. Luego de hacerle una pregunta, esperen 5 segundos antes de decir cualquier otra cosa. Esto le da tiempo para pensar y responder.

Cuando lean una historia juntos, señalen una persona del libro y pregunten: “¿Cómo se siente él?”. Cuando sus hijos respondan, pregúntenles si conocen el motivo. Pueden buscar pistas en las imágenes.

Ayuden a su hijo a hacer conexiones personales con las historias que leen. Por ejemplo, “¿Recuerdas cuando hicimos sopa? ¿Qué pusimos en nuestra sopa?”

Antes de abrir el libro, miren la tapa. Lean el título. Miren las imágenes. Pregúnteles a sus hijos de qué creen que se trata la historia.

Escriban la primera letra del nombre de su hijo bien grande en una hoja de papel. Pueden colocar autoadhesivos o bloques sobre sus líneas (¡no hay problema si no respetan las líneas!) Intenten con otras letras de sus nombres.

¿Están en la calle? Busquen elementos con etiquetas, como un CESTO DE BASURA, y alienten a sus hijos a identificar las letras que conocen y a pronunciar la palabra.

Elijan un libro que ustedes y sus hijos hayan leído varias veces. Esta vez, pídanles que les “lean” el cuento a ustedes. Ellos pueden describir lo que está sucediendo en las imágenes.